sábado, marzo 08, 2008

Ser mosca

A Daniela, cuyos sueños a veces asustan, y suelen parecerse tanto a la realidad.

Cielo raso observo, solo el negro cuerpo de una mosca atraviesa el pálido reflejo de una de las persianas suspendidas a lo largo del corredor, largas sombras que se confunden con aquellos lamparones formados por la corrosión, donde la humedad ha realizado un trabajo estupendo, generando los mas diversos dibujos en la pared. Ese no tan placido paisaje se me presentaba en aquella oportunidad.
Abro solo uno de mis ojos, doblo la vista y la instalo en el agujero de ese enorme ventanal, innecesariamente, casi como un acto reflejo, despierto, tomo conciencia del tiempo y el espacio, me retracto una y mil veces de todas aquellas fantasías que se presentaban en mi sueño en tan solo un segundo, lo siento.
Lo recuerdo bien, demasiado bien para que se trate de un mero sueño. Todo en ese instante se relacionaba al espacio en el cual convivía junto con ese molesto insecto que se posaba con sus fibrosas alas generando un zumbido persistente y monótono, se encontraba alojado en el atril de mi cuarto, como buscando un lugar entre lo imaginario y lo real, como queriendo formar parte de esa extraña situación, tratando de ser el único protagonista de esa terrible confusión que me azotaba.
Suelo recordar ese episodio con frecuencia, acompañado por la angustia y el nerviosismo que caracterizan este tipo de sucesos, mas que nada los suelo rememorar en aquellos momentos donde uno cree ya haber vivido una experiencia y esta sucede nuevamente, exactamente de la misma forma; momentos donde el insecto pasa a ser uno, convirtiéndose, como queriendo formar parte de lo propiamente imaginable y confuso.
Sucede con frecuencia, como si se tratara de una mutación, uno toma el poder del insecto y se observa de lejos, como estudiándose, alojado en atril del cuarto, generando ese zumbido persistente, sumergiéndose en dicha situación, convirtiéndose en el actor principal, jugando entre la brecha de lo imaginario y lo real.